Esta casa constituye un remanso, un refugio de calma para sus ocupantes, atesorando las visuales circundantes.

La Casa Golf se encuentra emplazada a trece kilómetros de la ciudad de Pinamar, en la provincia de Buenos Aires. Es una obra del arquitecto Luciano Kruk. Ocupa un área de doscientos setenta y cuatro metros cuadrados.

Privilegia el aprovechamiento de las visuales sin afectar la preservación de la intimidad de sus espacios.

El entorno inmediato lo constituye una cancha de golf y la vegetación agreste del lugar.

 

El pedido del comitente consistió en una casa de descanso que pueda vivirse en las cuatro estaciones del año y que no requiriese demasiado mantenimiento. El proyecto debía considerar tres dormitorios secundarios (dos de ellos con cuarto de baño compartido y uno en suite) y uno principal, independiente de los anteriores, con cuarto de baño que estuviese relacionado con un espacio que pueda funcionar como estar íntimo y atelier de pintura.

El lugar destinado a la pareja  y a las actividades sociales debían ser los protagonistas de la vivienda. Además se transmitió el deseo de conservar la vegetación y de potenciar las maravillosas vistas.

La casa se materializó enteramente en hormigón visto el cual permite un diálogo con su entorno.

La estrategia arquitectónica organizó los requerimientos funcionales en paquetes bien distintos alojados en tres volúmenes, con diferentes orientaciones ubicados en distintos niveles.

El acceso y los dormitorios secundarios constituyeron el volumen inferior semienterrado en el médano. Junto con una caja localizada en su lado opuesto -destinada a depósito- oficiaron de apoyos del prisma que alojaría los espacios reservados a las actividades familiares. El tercer volumen, contenedor de la suite principal,  tomó la máxima altura, brindando la intimidad solicitada por el cliente.

 

El proyecto  se enfocó en aprovechar las vistas sin afectar la intimidad de los espacios, desafío de la arquitectura acristalada contemporánea. El volumen visualmente más expuesto sería el contenedor de las actividades sociales de sus ocupantes.

 

Para reforzar  la privacidad del lugar se reforestó con pinos marítimos y se colocaron parasoles verticales, que a su vez contribuyeron a reducir la incidencia del sol en el interior.  Además, para minimizar este efecto  se colocaron aleros horizontales –losas en voladizo-.

Los paramentos menos asoleados se aislaron térmicamente con un revestimiento interior conformado por madera de kiri. El mismo recurso se empleó sobre los tabiques contra los que apoyan los respaldos de las camas para suavizar la aspereza del hormigón en los locales más íntimos.

Además del control solar provisto por la propia arquitectura éste se completó mediante el equipamiento de sistemas de acondicionamiento de aire. Se instalaron equipos de refrigeración tipo Split y de calefacción por piso radiante.