El complejo de rascacielos Bosco Verticale es uno de los más innovadores del mundo.

Este complejo urbano de uso residencial se ubica en Milán diseñado por el Boeri Studio (constituido por Stefano Boeri, Gianandrea Barreca y Giovanni La Varra). Está conformado por dos rascacielos: la Torre De Castillia de 111,15 metros de altura y la Torre Confalonieri de 78 metros respectivamente (26 y 18 plantas). Ambos ocupan una superficie total de 51 500 m².

La particularidad que guardan estas construcciones es la presencia de más de dos mil especies vegetales distribuidas en sus fachadas. Este ambicioso proyecto de reforestación urbana plantea incrementar la biosiversidad vegetal y animal mediante la densificación vertical del verde, disminuyendo la expansión urbana y aportando además a la moderación del microclima.

El Bosco Verticale obtuvo varios reconocimientos: el International Highrise Award, premio al rascacielos más bonito del mundo (elegido entre ochocientos) que se le otorgó en 2014, y en 2015 el Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano concedió al Bosco Verticale el premio al «rascacielos más bello e innovador del mundo».

Las fachadas del Bosco Verticale albergan 711 árboles, 5.000 arbustos de grandes dimensiones y 15.000 plantas que recubren una superficie equivalente a dos hectáreas (20 000 m2) de vegetación.

La vegetación brinda numerosos beneficios a las dos torres y al ambiente urbano que las envuelve, desde el punto de vista ambiental y climático. Favorece a la constitución de un microclima que produce humedad, filtra las partículas en suspensión procedentes de la contaminación del tráfico (o desvía su recorrido), mengua la contaminación acústica, purifica el aire eliminando CO2 de la atmósfera y emitiendo O2, resguarda de la radiación solar, protege del viento a través de la acción rompeviento de las plantas y contribuye a la reducción de la oscilación térmica entre el interior y el exterior.

Desde el punto de vista de la fauna, resguarda la biodiversidad mediante la creación de hábitats biológicos. Las abundantes especies vegetales constituyen un verdadero ecosistema capaz de atraer numerosos pájaros e insectos.

Otra singularidad del Bosco Verticale es la variante policromía de los vegetales que revisten sus fachadas. Al transcurrir las estaciones, estos no sólo renuevan sus colores, sino también los de toda la arquitectura: durante la primavera las dos torres toman delicadas tonalidades pastel, y en otoño, surgen los colores cálidos.

La distribución de las especies se realizó de acuerdo a varios criterios formales y estéticos; teniendo en cuenta por ejemplo sus cualidades ornamentales, las estaciones de floración, la potencial alergenicidad, el desarrollo de la arquitectura del follaje y el tronco, y la facilidad de mantenimiento. De esta manera en cada estación el espectáculo y los juegos visuales serán diferentes.

Cada recipiente en los que se plantan las especies se diseñó para no intervenir desmesuradamente en el crecimiento de las raíces, evitando la aparición de defectos. Las dimensiones del recipiente varían de acuerdo a las exigencias hídricas y radicales de la planta.

Se realizaron en cemento, dotados de una capa impermeable y un revestimiento capaz de limitar la radicación. Para anclar las plantas se recurrió a un bastidor de acero soldado, además se adoptaron otros sistemas aéreos de enganche en acero. 

El riego se realiza a través de un sistema por goteo, de mantenimiento centralizado, con agua recuperada de las aguas grises del edificio o de la falda acuífera. El suministro de agua a cada planta está garantizado por un dispositivo de control.

El Bosco Verticale se compone de dos torres unidas por medio de un zócalo con forma de L. Ambos edificios se caracterizan por la presencia de balcones de hormigón armado con soleras estructurales y parapetos, que sobresalen en forma irregular por los cuatro lados de los edificios con un voladizo de 3,25 metros. El desplazamiento de los balcones concede dinamismo y posibilita la instalación de árboles de hasta nueve metros de altura.

El complejo está revestido con paneles de gres porcelánico en tonalidades grises, con acabado opaco. Es peculiar el uso «oculto» del ladrillo, elegido para el revestimiento de los muros de cerramiento y los muros estructurales.

Está provisto de un sistema de disipación de la energía preparado para amortiguar las vibraciones, para bloquear la propagación de eventuales ondas sísmicas y principalmente, las vibraciones provocadas por el tránsito ferroviario.

La estabilidad estructural y el confort acústico de los residentes están garantizados a través de la instalación de materiales elásticos amortiguadores capaces de hacer «flotar» ágilmente la estructura sobre el terreno.