La micotectura es un tipo de arquitectura viva que aprovecha las posibilidades que ofrece el micelio de los hongos para realizar construcciones sostenibles y de bajo coste. El micelio tiene varios usos en la construcción y el diseño: tabiques, paneles estructurales, membranas aislantes, placas acústicas y además es un excelente adhesivo con materiales naturales como el yute, cáñamo o madera, evitando así el uso de resinas volátiles.
Es completamente biodegradable y compostable, por lo que una vez cumplida su función en el tiempo puede volver al medio y continuar su curso orgánico.
El Micelio posee una composición de filamentos microscópicos denominados hifas que se expanden en forma de red, dando origen a una estructura que posee la capacidad de adquirir una resistencia superior a la de materiales como el hormigón, así como mejor resistencia a la compresión que la madera. Sumado a esto, se caracteriza por su gran liviandad, sus propiedades ignífugas y termoacústicas, y su buena flotabilidad debido a su porosidad.
Hy-fi, una torre temporal, en el MoMA PS1, una institución estadounidense dedicada al arte contemporáneo, fue la primera estructura a gran escala que utilizó la tecnología de ladrillos de hongos. Fue diseñada por la empresa de arquitectura The Living. Su construcción fue enteramente a partir de ladrillos armados a partir de desechos agrícolas mezclado con hongos recombinados para ser embalados en moldes, creciendo y adaptándose a la forma del bloque. Aunque fue montada temporalmente, demostró la viabilidad de utilizar este material para la construcción.
Otro ejemplo sustancial de construcción con micelio, es el del Growing Pavilion o Pabellón Creciente, espacio de exposición temporal para la Semana del Diseño Holandés de 2019. El edificio fue diseñado por Krown-Design. En este caso se utilizaron paneles creados a partir de micelio.
En Argentina construir con este material ya es un hecho. Refugio Fúngico es un reciente proyecto experimental de investigación y desarrollo biotecnológico. Una instalación efímera en la ciudad de San Carlos de Bariloche, generada a partir de biomaterial producido a base de desechos orgánicos y micelio. Ocupa una superficie de 4 m2. Los principales arquitectos que participaron del proyecto son: Ramiro Carro y Juliana Lareu. El refugio fue generado a partir de la repetición de una serie de ladrillos de Micelio.
Es una alternativa sustentable para reducir las emisiones de carbono que vienen de la construcción tradicional. Este elemento al ser orgánico, compostable y completamente biodegradable, dotan de las características ideales para convertirse en un material de construcción sostenible.
Las grandes innovaciones no requieren indefectiblemente de nuevos materiales tecnológicos o complejos. Pueden estar más cerca de lo que podemos imaginarnos.
Fotografía: Valentín Mora